martes, 20 de agosto de 2013

La mirada del artista Manuel Barón dentro del contexto contemporáneo

Por: Oscar Ayala


La revisión y análisis de la producción de un artista localizado en una región, -digámoslo, periférica-, implica la identificación de los elementos constitutivos propios de su entorno, como son su historia y su lugar exclusivo dentro de las coordenadas de la geopolítica actual. Para determinar el trayecto que fundamenta su articulación y su voz dentro del contexto local y global, es necesario como primera medida, refrescar las lecturas y representaciones que de alguna manera se han establecido alrededor de su trabajo, para poder luego, dirigir una nueva mirada que ubique esta producción dentro de universos de sentido y de significado dentro del diálogo de las ideas y sistemas de pensamiento estético actuales, es decir, encontrar su lugar respecto del presente.

Como ciudad ubicada en el hemisferio sur del retórico “occidente” enunciado de manera asidua desde el comienzo de la era moderna, Tunja vive con la gran sección de la geografía que la delimita, una larga historia de opresión. Desde su lugar en el colonizado "tercer mundo", ya no puede ostentar los títulos de nobleza que le fueron concedidos por el rey español Carlos V cuando era la ciudad más próspera, culta y pujante de la Nueva Granada. Hoy es una ciudad por fuera del mapa, anulada a nivel regional por su decadencia, sin embargo comparte con su hemisferio, el escepticismo y el instinto de supervivencia que por su exclusión cultural ha tenido.
Fragmento Obra: " Con La Comida No Se Juega"  Autor:  Manuel  Barón

Este diagnóstico inicial, que parece describir una situación sombría, obliga a la construcción del pensamiento local a definir ciertas actitudes en el propio territorio. Desde el campo cultural, con las particularidades que condicionan y que determinan también su potencialidad representativa, los sujetos deben hacer trascender en el escenario de la pluralidad su agenciamiento ético, estético y político. Es aquí donde el arte entra en escena como generador de sentido, para la reconstrucción de espacios, objetos y relaciones en la creación material y simbólica de un territorio común. Es la experiencia de lo común, lo que buscaría un arte que pueda considerarse político, el establecimiento de un diálogo entre acción y discurso, produciendo objetos y acontecimientos que introduzcan la duda y lo inédito, para poder encontrar su lugar respecto del presente.

Una postura que ubique en su justo término la herencia histórica  debe fundamentar ese lugar, no como un acomodamiento o un seguimiento a la tendencia, sino como una toma de distancia  respecto del lugar y del propio tiempo. En este caso, el artista que es llamado a ser contemporáneo de su tiempo debe ver en él lo que está presente en éste de manera negativa. “la atención a ese no-vivido es la vida del contemporáneo”  (Agamben, 2007: 28).

Las composiciones fotográficas, videos y demás trabajos del artista tunjano Manuel Barón, denotan un vínculo estrecho con la cotidianidad de su contexto,  pero también una mirada respecto a este desde un distanciamiento. No es la mirada que tiene la capacidad de apresar el instante o que devele en el paisaje lo relevante, es más bien una manera de ver que permanentemente está prefigurando el presente, de tal manera que nos remite a una vida continua que se mueve mientras estamos ausentes, la mirada de lo que nos estamos perdiendo hoy.
En su reseña de la exposición del artista, Recreando historias[1], el curador Santiago Rueda dice:

 “Manuel Barón (...) Ha realizado secuencias fotográficas -con el equipamiento más básico- para realizar observaciones sobre la vida cotidiana, puestas en escena de eventos rutinarios que suceden en el tiempo lento del día a día. En estos pequeños relatos es clara una crítica a la modernización sin modernidad, al desarrollismo, a la asimetría entre centro y región, y la pervivencia de lo rural en lo urbano que caracteriza a la sociedad colombiana”.

Frente a la alusión de Rueda hacia la mirada crítica de Barón, podemos agregar que se trata de quien  tiene el ojo pulcro del buen observador que mira, aprende y discurre sobre las posibilidades de su entorno. A través de sus fotografías, que son construidas como viñetas de comic, con  situaciones prosaicas de su propio contexto,  Barón desenvuelve el cariz de una sociedad que no ha sido relatada. En cuanto al señalamiento que hace Rueda de que  “es clara una crítica a la modernización sin modernidad, al desarrollismo…” ,  podemos acotar que Barón vincula al lenguaje plástico una mirada nueva hacia ese estado de precariedad de su entorno y que no lo hace desde una confrontación, lo hace desde el señalamiento de la posibilidad de un mundo sin normas preestablecidas. Tampoco lo hace con una visión externa hacia lo marginal, precisamente la “recreación” de sus historias es desde adentro a través de un juego de absurdos y puesta en escena de verdades  que se contradicen como conjuro de su propia realidad.

En estas situaciones “recreadas” de su cotidianidad, nos ubica en ese contexto inmediato, la casa, la calle, la esquina, la carnicería, nos envía al lugar donde acontece lo que acontece, la Tunja que es.  La ironía salta a la vista como juego retórico en la contraposición entre imagen y título cuando constatamos que se trata de una realidad única e indivisible. Como ejemplo de este tipo de ironías visuales tenemos la serie Actividades ilegales en Colombia (2007-2008), con los trabajos: “Collar bomba”, “La tajada”, “Pinta para-política” y “Procesamiento de coca”.
Título:  Procesamiento de Coca           Autor:  Manuel Barón           Técnica:  Fotografía


En el catálogo de la exposición realizada en la galería Impressions de Londres, Once more, with feeling - Recent photography from Colombia , Santiago Rueda,  hace la siguiente reseña:

Manuel Barón, representante de la nueva ola de fotógrafos colombianos,  trabaja en Tunja, importante centro artístico durante el período colonial español, pero que hoy en día es una ciudad  deteriorada que sirve como parada en la ruta que une el oriente y el centro del país. Barón explora la marginalidad y el subdesarrollo de su ciudad, inventando situaciones marcadas por un ingenioso sentido del humor. Barón siempre ha vivido y trabajado en Tunja y sus secuencias fotográficas recuerdan el trabajo de un dibujante de comic. Como ejemplo, dos de sus obras se refieren a un absurdo "programa espacial" que sólo existe en la imaginación del artista. En La Conquista del Espacio, (2005), Barón fotografía la secuencia de un empleado de la compañía de electricidad cambiando la bombilla de un poste de la ciudad. La Era Espacial, (2005), es una secuencia que muestra el lanzamiento de un "volador" (fuegos artificiales artesanales muy ruidosos), por parte de un viejo campesino desde la terraza de su casa. En Cambio Extremo, (2005), Barón usa el nombre de un popular programa de televisión en el que a los participantes se les ofrece una transformación física mediante algunos procedimientos estéticos (peeling, botox y cirujías plásticas), pero muestra la secuencia de un mecánico cambiando el neumático de un viejo taxi, utilizando sus herramientas rudimentarias. (Santiago Rueda, 2008)



En la trayectoria de este redescubrir la cotidianidad de su entorno, Barón muestra una persistencia hacia una especie de conjuro de la representación instituida de su realidad, realidad que en el juego diario muestra su verdadera cara. En las diversas composiciones fotográficas es evidente el signo trágico de la exclusión y la trasgresión sociales que una comunidad como la de Tunja ha sobrellevado históricamente. Sin embargo sin ningún tipo de idealización Barón muestra el desparpajo de una población que ha generado las estrategias para sobrevivir a la perdida en su razón de ser, en el vaciamiento de  su conciencia colectiva por el menoscabo y  por el desprecio hacia sí misma en las tensiones auto-destructoras de una sociedad mestiza. Lo hace y en el intento resuelve el problema señalando una auto-representación social muy fiel. La estrategia, como lo señala el curador Rueda es “su ingenioso sentido del humor”, humor que tampoco establecemos como humor burlesco o sarcástico que se ríe de sí mismo en la tragedia, es el humor diáfano de quien vive la vida plenamente y es capaz de darle al apunte el tono eficaz. Se podría concluir que la crítica de Barón no es hacia el estado de su sociedad en ensayo sino a la representación que se ha hecho de esta, generando una nueva que corresponde a una condición más cercana. Su mirada hacia los aspectos de su sociedad está determinada por elementos de juicio que muestran una realidad muy clara, y cuando su puesta en escena es absolutamente opuesta con respecto a lo que se suponía que debía ser, la paradoja se convierte en el lente que evidencia más la claridad.

El plano de composición que nos presenta Barón muestra la movilidad de la vida habitual, hay un rompimiento temporal y espacial, donde también la jerarquía entre autor-espectador se disuelve en la complicidad, Tal vez muchos no comprendan alguna de sus historias “recreadas”, dado el condicionante de su referencia, pero es precisamente en ese plano que se establecen las mismas condiciones, por supuesto hay una interpelación pero ante esta no podemos pasar desapercibidos. En su trabajo “Objeto volador no identificado”, el autor nos muestra la secuencia de un tejo (el instrumento del popular juego netamente boyacense “turmequé”), lanzado hacia su objetivo. Al final lo que podemos constatar es el humo desprendido del choque en el violento aterrizaje, por supuesto que es el humo desprendido de la mecha estallada. Pero, ¿Quién que desconozca el juego y sus circunstancias puede saber eso?. Así la imagen borrosa del objeto volador no identificado, se muestra como documento, puede ser como metonimia de una cultura, o simplemente como el registro o montaje de un cazador de ovnis.

Las imágenes producidas en  la mixtificación de la era global son un compendio infinito y casi siempre superfluo en el limbo real y virtual en que se desplaza nuestra cultura visual. Frente a la fugacidad y el agotamiento, es preciso establecer marcos de diálogo para este tipo de obras que se instauran como una recuperación de lo periférico, de lo no visible, de lo “no digno de ver”, pues precisamente en un examen del arte contemporáneo, hay que verificar las disposiciones de entrada de las culturas que se piensan como posibilidad, dentro de los complejos procesos sociales que legitiman un sentido.

BIBLIOGRAFÍA.

Agamben, Giorgio, (2009). Desnudez. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.
Arendt, Hannah. (1993) La condición Humana. Barcelona: Paidós.

Rancière, Jacques. (2010) El espectador Emancipado. Buenos Aires: Manantial

Rueda, Santiago. (2008) Once more, with feeling - Recent photography from Colombia.     Catálogo. Impressions Gallery.
Rueda, Santiago. (2011). Ciclo Nuevas Propuestas - Alianza Colombo-Francesa – Bogotá.

[1] Recreando historias. Ciclo Nuevas Propuestas - Alianza Colombo-Francesa - Bogotá, 2011