EL CACIQUE TURMEQÉ
Turmequé significa
en lenguaje muisca "Jefe Vigoroso", es un antiguo y legendario
poblado de Colombia que existe desde
mucho antes de la época de la conquista española; cuando los conquistadores
llegaron, ya Turmequé era un enorme y ordenado centro urbano y comercial
indígena. Fue fundado mucho antes que los Municipios de Villapinzón,
Ventaquemada, Úmbita, Tibaná y Nuevo Colón; es más, algunos de estos Municipios
fueron extensiones fundadas en terrenos del antiguo Turmequé. Allí se inventó
el juego al Tejo -deporte nacional y símbolo excelso de Boyacá- que en esa
época lejana se jugaba por los indigenas con discos de oro, y los premios iban
desde hermosas virginales doncellas, hasta joyas de fina orfebrería muisca,
finas mantas y caballos.
El personaje más relevante y recordado de Turmequé es el
cacique Don Diego de Torres, quien sin recurrir a las armas ni a actos
violentos, defendió con firmeza y energía a los indígenas de los abusos
de los representantes de la Corona Española ;
la vida de este ilustre caballero mestizo fue una trágica epopeya, porque antes
de lograr su objetivo de presentarse ante el rey a denunciar y reclamar por las
injusticias de que eran objeto los nativos, tuvo que enfrentar enormes
retos, sufrimientos y dificultades. Don Diego se ejercitó en la equitación y en
las cacerías de leones y venados, llegando a convertirse en excelente tirador
de flecha y arcabuz y en el más diestro jinete de la comarca.
Diego de Torres, Cacique de Turmequé, utilizó su memorial
de agravios para exponer ante el rey de España, el problema del maltrato a la
población indígena acometido por los encomenderos del reino de la Nueva
Granada; en tal documento quedó descrito en castellano el exceso y el
maltrato de que fueron víctimas los aborígenes, los escritos producidos por el
Cacique de Turmequé, especialmente sus memoriales, poseen características en las que se detecta
la influencia de la memoria ancestral, particularmente derivada de la
influencia de la cultura muisca.
Los aspectos que sobresalen en la vida de Don Diego de
Torres son precisamente la defensa de los indios contra los desmanes de los
encomenderos y en especial de corregidores y oidores de la Real Audiencia.
Don Diego siempre estuvo en defensa de los indígenas, lo que hacía que estos le
tuvieran aprecio por el respeto que él
mostraba, lo que le genero conflictos continuos con los españoles.
Don Diego de Torres fue un caudillo extraordinario de
epopeya, en quien confluyeron las sangres de un conquistador y una cacica; fue
un importante personaje y un noble jefe dentro de la gesta épica de los
chibchas y presenció el comienzo del fin del indígena colombiano y el principio
de una nueva raza y de una nueva cultura, la mestiza. Como hijo de un compañero
de Don Gonzalo Jiménez de Quesada, recibió educación de gentil hombre. Como
figura dinástica de la corte del Zaque, hablaba el chibcha, tenía amplias
extensiones de tierra, poblaciones subordinadas y caudas de indios sumisos y
fue señor absoluto de Turmequé. Como indio conoció las atrocidades y las injusticias
de la Colonia
y como español dispuso de vías de comunicación verbal que le permitieron
redactar para el Rey testimonios de implacable elocuencia sobre el genocidio en
las tierras conquistadas.
Don Diego de Torres y Moyachoque, fue un mestizo de
alcurnia –hijo de noble español, Don Juan de Torres y de la Princesa Indígena
Catalina Moyachoque, de la
Encomienda de Turmequé, en la Provincia de
Tunja-, descolló durante la mitad del Siglo XVI en el Nuevo Reino de Granada
por su erguida actitud en defensa de la gente indígena a través de su desempeño
como Cacique de Turmequé. Don Diego fue despojado y desconocido de su título
hereditario de Cacique, y fue acusado de rebelión, y encarcelado y condenado a
muerte por la Real
Audiencia de España.
En aquella época, los caciques tenían un carácter
semi-sagrado, siempre se adornaban con narigueras y orejeras de oro, se
sentaban en un escabel, y cuando salían, les llevaban en literas
adornadas con planchas de oro y a su paso, los indios de su parcialidad esparcían
flores. A esta categoría real, perteneció nuestro Cacique de Turmequé, el
mestizo que visitó la
Corte del rey Felipe II, para entregarle el más noble y
notable memorial de la historia de Colombia, lo hizo en busca de la protección
para una raza vencida que representaba a través de ese medio, a todos los
indígenas de América, igualmente maltratados durante la Conquista.
EL
JUEGO DE TEJO O TURMEQÉ
Los libros de historia dicen que el primer español que
vio jugar tejo quedó deslumbrado, fue el conquistador Gonzalo Jiménez de
Quesada hace más de 500 años, cuando llegó a Turmequé, un pueblo de la zona
andina colombiana, y vio cómo los indígenas jugaban lanzando unos discos de oro
puro de un extremo a otro. Para entonces, a los españoles sólo les interesó el
oro y los tesoros de los muiscas, por lo que el deporte no atravesó el
Atlántico para llegar a Europa.
Muy posiblemente, el Cacique de Turmequé Don Diego de
Torres, en sus viajes a España para denunciar los maltratos y abusos a que eran
sometidos los indígenas por los representantes de la Corona , haya
llevado entre los regalos a la realeza,
algunos varios tejos de oro; pero el juego en sí, no revistió importancia ni
interés para los ibéricos en esa época.
Pero hoy, cuando han transcurrido más de cinco siglos, el
tejo – fué declarado por el Congreso de la República de
Colombia deporte nacional en junio de 2000.
El tejo es un deporte que se juega entre dos equipos de 4
ó 5 jugadores. Consiste en lanzar tejos (discos de hierro templado que pesan
desde medio kilo hasta kilo y medio, dependiendo el gusto del jugador) desde
una distancia de 19
metros a un cajón de 60 centímetros
cuadrados relleno de arcilla y que en la parte superior tiene dos mechas
(pequeños sobres con pólvora) y un aro. El objetivo es hacer el mayor número de
puntos posibles y se hacen reventando las mechas o introduciendo el tejo dentro
del aro que hay en el centro de la cancha. Reventar una mecha con un
lanzamiento da 3 puntos, meter el tejo dentro del aro se llama embocinada y da
6 puntos y la moñona, que suma 9 puntos, consiste en embocinar y reventar mecha
a la vez.
Este deporte autóctono de Colombia, es practicado hace mas de 500 años por los habitantes de la
altiplanicie cundiboyacense en los departamentos de Boyacá y Cundinamarca.
El juego del turmequé consistía en lanzar un disco de oro
llamado “zepguagoscua”, el cual evolucionó con los siglos en el juego del tejo
practicado hoy en Colombia y de donde ha salido a los paises vecinos.
Al popularizarse el “zepguagoscua” fue sustituido por un
disco de piedra y actualmente se usa uno de metal ( Tejo ).
Era costumbre de los indigenas acompañar los partidos
consumiendo Chicha ( bebida alcohólica elaborada con maíz ),mientras que en los
tiempos modernos como es de esperarse, los jugadores se refrescan con cerveza.
La federación colombiana de Tejo agrupa varias ligas, que
avalan a los distintos clubes, y promueve la celebración de certámenes locales,
departamentales, nacionales e internacionales.